Llamó a la puerta de la avara Hormigauna mendiga;y aquella entonces preguntó iracunda:-«¿Sois la Cigarra vos; la vagabunda?
-«Soilo, señora.»--
«Pues llegáis en mal hora»
si venís en demanda de socorro.»-
-«Un granito siquier.»-
-«Todo es en vano.»--
«¡Piedad, por Dios!»-
»la que cantando se pasó el verano,»
que baile en el invierno.
»-Al escuchar tan brusca despedida,la Paloma sintiose conmovida y dijo a la Cigarra con dulzura:-
«Venid, pobre criatura,
»al palomar cercano;
»allí os ofreceré sabroso grano
»y confortante abrigo;»
venid, venid conmigo.
»-Y lanzando a la Hormiga una miradade lástima, exclamó: -
«¡Despiadada!»
¿Por qué la escarnecéis tan duramente?
»otro tesoro que su voz, ¿es justo
»que así, con saña fiera,
»la condenéis al hambre y a que muera?
»En las ardientes horas del estío,
»¿no fue el alegre bardo de los prados?
»Y su ronco cantar ¿no daba bríos
»a los pobres labriegos fatigados?
»Quedad ¡ser infeliz! con vuestra usura:
»guardaos vuestro pecho diamantino;
»ella cumplió en la tierra su destino;»el cielo velará por su ventura.
»-Y, eso diciendo, se llevó al instantela mendiga a su casa;
y diola, amante,un lecho de plumón, mesa abundantey una amistad sin tasa.Yo soy esa mendiga:(no quiero ser la Hormiga)
y , en afirmarlo tengo mis razones,que al cabo la Cigarra es viva imagende poetas ramplones.
Cantando, sin talento,con voz, que el cielo diome, desabrida,
he pasado el verano de mi vida;si mis humildes trovas,
hijos míos,al sentiros cansados del estudioos dieron nuevos bríos;
si mis modestas fábulas moralesy las sentencias que evoqué yo en ellasos evitaron males;si, hambriento yo también, pero de gloria,(que sé que no merezco)
logro feliz que el libro que os ofrezcoos sea de provecho;¡cómo estará mi orgullo satisfecho!Y si el público después es mi Paloma;
si benévolo y blando me acogiera,¡qué más quisiera!